EQUILIBRIO ¿CÓMO FUNCIONA?
EQUILIBRIO ¿CÓMO FUNCIONA?
Serie. Parte I. El Oído
El sentido del equilibrio se basa en una serie de señales transmitidas al cerebro que provienen de varios órganos y estructuras del cuerpo, específicamente los ojos, los oídos, los receptores propioceptivos de la musculatura esquelética y articulaciones, así como los receptores de la piel. La parte del oído que ayuda con el equilibrio se conoce como el sistema vestibular o el laberinto, una estructura en el oído interno compuesta por hueso y tejido blando.
La función del sistema vestibular es traducir las fuerzas de gravedad y movimiento en señales neurológicas que el cerebro utiliza para conocer la posición de la cabeza en el espacio, y para coordinar sus movimientos con los reflejos motores responsables de la postura y de la estabilidad de los ojos.
El oído se divide en externo, medio e interno. La zona externa está compuesta por el pabellón de la oreja, el canal auditivo externo y el tímpano. El oído medio está en la caja del tímpano, alojando un estrecho conducto que conduce las ondas sonoras al oído interno, y donde se encuentran el martillo, el yunque y el estribo, los tres huesos más pequeños del cuerpo humano que conectan el tímpano con el oído interno. El oído interno se encuentra dentro del hueso temporal, y está dividido en cóclea, vestíbulo y tres canales semicirculares intercomunicados, en ángulos rectos entre sí, que contienen una sustancia gelatinosa llamada endolinfa.
Los canales semicirculares tienen unas diminutas células pilosas que detectan los cambios de posición de la cabeza. Con cada movimiento de la cabeza, la endolinfa se mueve a través de los canales, moviendo a su vez las células pilosas que envían señales al cerebro. Como respuesta a estas señales, el cerebro envía órdenes a los músculos necesarios para mantener el equilibrio cuando hay movimiento. A su vez, entre los conductos semicirculares y la cóclea, una estructura en forma de caracol, llena de líquido en el oído interno, se encuentran dos órganos otolíticos que son como bolsas llenas de líquido llamados sáculo y utrículo. Estos órganos le avisan al cerebro cuál es la posición de la cabeza con respecto a la gravedad, es decir, indican si se está sentado, reclinado o acostado, así como cualquier dirección en que la cabeza se podría estar moviendo como lateralmente, hacia arriba, hacia abajo, hacia adelante o hacia atrás.
Cuando uno se mueve, el sistema vestibular detecta la gravedad que estimula los conductos semicirculares y los órganos otolíticos, los cuales trabajan con otros sistemas sensoriales del cuerpo, como la visión y el sistema musculoesquelético para controlar la posición del cuerpo en descanso o en movimiento. Esto ayuda a conservar una postura estable y mantener el equilibrio al caminar o correr. De la misma manera, ayuda a mantener un enfoque visual estable sobre los objetos cuando el cuerpo cambia de posición.
El movimiento de la endolinfa se rige por las leyes de la física. Lo que quiere decir que, si se está haciendo una serie de giros y se detiene repentinamente el movimiento, la endolinfa continuará con el mismo movimiento a pesar de estar estáticos, por un momento. Entonces, durante ese periodo, el cerebro estará recibiendo dos informaciones contradictorias: los músculos dicen que no hay señales de actividad, mientras que la endolinfa sigue en movimiento, lo que provoca la sensación de mareo y pérdida de equilibrio. Sin embargo, al esperar un momento, la endolinfa se detiene y el cerebro recibe las señales correctas de mantener el cuerpo firme y erguido.
Finalmente, cuando las señales de cualquiera de estos sistemas sensoriales funcionan mal, se presentan problemas con el equilibrio, incluyendo mareo o vértigo. Si adicionalmente se presentan problemas con el control motriz, como debilidad, lentitud, temblores o rigidez, la probabilidad de recuperar el equilibrio se pierde, por lo que el riesgo de caerse y lesionarse, es mayor.